Y entonces le dijeron: ¿Qué quieres ser cuando seas mayor?

Cuando somos pequeños y nos preguntan ¿Qué quieres ser cuando seas mayor? algunos contestan «médico, astronauta, quiero ser bombero, informático…» o incluso «conero» (eso decía un niño que quería ser, ver a los que ponen los conos por la carretera le debió parecer lo más! 🙂 )

El caso es que a esa edad no se le da importancia y en realidad te lo preguntan para que digas algo gracioso… el problema es que esa pregunta se nos sigue repitiendo a lo largo de los años y como todo el sistema educativo está diseñado para que seas una única cosa,  esa pregunta graciosa pasa a convertirse en algo que ocupa la mayor parte de nuestro tiempo.

Lo malo de esta pregunta es que dirigen al que la responde a pensar en qué puede ser, en lugar de inspirarle a pensar en todo lo que puede ser y llegar a hacer porque cuando alguien te pregunta «¿qué quieres ser de mayor?» casi nadie responde con 20 cosas diferentes.

 

Oh si, «eres muy mono pero no puedes ser luthier de violines y psicólogo», ¡tienes que elegir!

Pero la mayoría de niños no tienen esa opción, les preguntan y les dicen que van a tener que elegir qué quieren ser y poner todo su empeño y su esfuerzo, incluso si no les gusta y si sus gustos cambian a lo largo de los años, en llegar a ser aquello que eligieron en un momento dado sin haber conocido realmente en qué consiste ni saber si esa es su pasión o qué otras opciones se estarán perdiendo por elegir ese camino.

Yo he montado webs, diseñado y vendido circuitos, trabajado en IBM, El corte inglés, McDonald’s durante la carrera, organizado eventos internacionales para más de 60.000 personas, dado clases, editado videos, grabado discos, tocado la guitarra, el ukelele, el teclado, construido miles de duchas, pintado, escrito libros educativos, diseñado juegos de mesa didácticos, trabajado con discapacitados, trabajado en un hospital, documentado operaciones quirúrgicas, realizado entrevistas en varios países… probablemente no llegué a ser un experto en ninguna de esas cosas, pero es gracias al conjunto de experiencias que empiezo a ver claro, a mis 35 años, que algunos no estamos hechos para hacer una única cosa el resto de nuestras vidas porque el problema no es que no tenga nada que me interese, el problema es que ¡me interesan muchas cosas! y de cada una de ellas aprendo y adquiero nuevas competencias para «lo siguiente».

Muchas veces me ha ocurrido que he llegado a un punto en el que en uno de esos intereses, tras haberlos investigado, trabajado, hecho cursos… llegaba un punto en que empezaba a resultar aburrido pero seguía dedicando esfuerzo en ello porque ya había invertido en ello tiempo, energía, dinero…

Pero a veces la sensación de “esto ya no me reta, ya no es tan atractivo” era demasiado… y tenía que dejarlo.

Y entonces encontraba otra cosa nueva y me lanzaba a ella… y gracias a internet he descubierto que le ocurre a mucha gente en el planeta, somos los llamados «Multipotenciales» por la coach Emilie Wapnick.

Por supuesto no se puede hacer todo, el tiempo es limitado y las responsabilidades muchas, no estoy diciendo eso, pero en un mundo en el que todo está en continuo cambio creo que uno no puede limitarse a ser «una única cosa», ese tiempo ya  pasó y no va a volver. La sociedad necesita que cada uno entregue lo mejor de si mismo según las circunstancias y ha ocurrido siempre.

Los herreros tuvieron que evolucionar cuando dejaron de utilizarse caballos para el transporte de personas y tuvieron que adaptarse, probar nuevas cosas o cambiar totalmente de profesión.

«Ya pero hoy no hay trabajo»

Seguramente si te ves a ti mismo, y además lo escribes en un papel llamado CV, como una persona que únicamente sabe desempeñar una función «sé poner azulejos» el mercado de puestos de trabajo estará más limitado que si además de poner azulejos sabes algo de fontanería, diseño de interiores, márketing…

Muy bonito pero dime cómo: 

1. Educarnos en el descubrimiento y desarrollo de las capacidades innatas de cada uno (cuantas más lleguemos a descubrir mejor) y para esto necesitamos experiencias de aprendizaje ricas y reales (nada de fichas en papel).
2. Analizar cada cierto tiempo si aquello a lo que nos dedicamos nos plantea nuevos retos y nos hace felices.
3. No tener miedo a probar cosas nuevas.
4. Abraza y aprovecha si tienes más de una pasión, sigue tu curiosidad (el conejo blanco de Alicia) , ¡el mundo nos necesita! 🙂 

Si nos fijamos en un niño pequeño veremos que lo hacen continuamente:

• Ve algo que le atrae, lo coge, experimenta con ello y cuando ya sabe todo lo que necesita saber se lo queda o lo deshecha; si ya no le suscita interés, lo deja a un lado y persigue algo nuevo, sin miedo.
• Si por el contrario es algo que siente que puede sacar mucho de ello, se lo llevará a todos lados y lo echará de menos si se lo quitamos porque ese objeto, esa actividad, había empezado a ser parte de él. 

Si nos fijamos veremos que a pesar de que «lo nuevo» presente alguna dificultad como estar demasiado alto, ser demasiado pesado… no frenará su interés y pondrán todas sus competencias (saber ponerse de pie, cerrar los puños…) en uso para poder investigar y probar aquello que llamó su atención.

No les oiremos decir «uy eso es muy complicado, no voy ni a intentarlo no sea que me de un batacazo» desde el sofá.

Ken Robinson dice que «si no estamos preparados a equivocarnos nunca haremos nada original».

Esto debería ser la base de la educación, ya que esa actitud la tenemos desde que nacemos ( a un niño le interesa todo ) pero dejamos de sentir interés por todo cuando la vida nos va encauzando en una dirección y alguien nos hace la pregunta ¿Y tú…qué quieres ser de mayor?.