Diógenes, escasez y postureo.

Todos hemos oído hablar del «síndrome de Diógenes», esa acumulación desmesurada de objetos, «por lo que pueda pasar», que en realidad surge de un miedo a la escasez

Y tienen tanto miedo a la escasez que en realidad tienen abundancia de miedo a la escasez (bonito trabalenguas) y ese miedo rige sus vidas (y la de sus pobres vecinos).

Esto explica muchas de las decisiones que la gente toma continuamente cuando en realidad lo que habría que hacer es cambiar el enfoque como en el cuento:

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Dicen que en la antigua Grecia, en los principios de la democracia, comer lentejas era lo peor que le podía pasar a una persona, era un símbolo de clase baja y estaba mal visto.

Pero allí estaba Diógenes, un buen día, comiendo un plato de lentejas en el suelo cuando pasó por allí un ministro del emperador, que solía tratar con los poderes públicos haciéndoles la pelota a cambio de favores, y al ver a Diógenes en el suelo le dijo:

«Ay Diógenes, si tan sólo aprendieras a adular un poco más al emperador no tendrías que comer tantas lentejas»

a lo que Diógenes, desde el suelo, le miró y le contestó:

«Ay querido ministro, si tan sólo aprendieras a comer lentejas no tendrías que adular tanto al emperador». 

¿Qué nos enseña este relato?

En mi vida he visto demasiadas veces como algunos venden su alma (ó sus votos) al mejor postor y renuncian a sus valores a cambio de viajes, unas fotos, un cargo, postureo y protagonismo (acumulan)

Ayer conversaba con un amigo sobre cómo hemos visto que algunos emplean décadas de sus vidas en ese camino mientras otros son apartados puesto que mantenerse fiel a sus principios (comer lentejas) está mal visto.

Puede que sea cierto lo de que «el tiempo pone a cada uno en su lugar» pero me pregunto: el día que se den cuenta de ello  ¿no será demasiado tarde? ¿habrá merecido la pena dejar de ser ellos mismos simplemente para que no les viesen «comiendo lentejas»?

¿Qué les aporta eso en realidad si no pueden ser libres?

Los que por el contrario se mantienen fieles a sus valores y convicciones son vistos como una amenaza y muy habitualmente desterrados por miedo. 

Si observamos un poco veremos que esta idea simplificada del «síndrome de diógenes» está por todas partes y en mi opinión el mal uso de las redes sociales no hace sino alentar el postureo indiscriminado.

El día que no tengas que demostrar nada a nadie, ese día serás libre.

 

La Sonrisa de Julia, como siempre, tiene una canción para todo:

«Libres»

«Voy cruzando espejos sin mirar
no hay nada peor
que caer en el qué dirán
no eres tú, no eres tú, no eres tú
el dueño de mi identidad
lo tengo entre mis manos
lo tengo entre mis manos

Hoy vencerán las ganas de vivir
las ganas de andar
las ganas de huir
y empezar de nuevo
sin dinero pero libres»

 

 

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