Hace poco una profesora de infantil me decía que para ella era muy complicado mantener un tono de voz bajo continuamente porque no es lo que viven en el resto del centro.
Esto es más fácil en entornos donde todo el personal se comporta de la misma manera, en todo lugar y en todo momento y esto sucede porque lo tienen integrado y es parte de sí mismos.
Esta fotografía la tomé en 2013 en Bulgaria, en una formación que afianzó muchas de mis creencias y dada por los mejores formadores de Europa. Al año siguiente comencé a trabajar con ellos 🙂
¿Eliges?
Piénsalo por un momento.
Cada persona que forma parte de tu vida, en algún momento no fue más que un extraño para tí. No sabías nada de esa persona y seguramente las primeras conversaciones que mantuviste dieron pie a muchas otras.
Otras veces ocurre de diferente manera, nos conocemos por algo fortuito y eso da pie a otros encuentros, colaboraciones…
¿Pero qué hace que esa persona llegue a formar parte de nuestras vidas? ¿Lo elegimos nosotros? ¿lo elige el destino?
Personalmente creo que es muy importante ELEGIR con qué personas nos relacionamos, he tenido la oportunidad de conocer a muchísima gente de toda Europa, y de otros países, y por supuesto los valores, los intereses y la forma de ver la vida son diferentes pero yo siempre he creído que «LOS BUENOS NOS ACABAMOS JUNTANDO» y por «BUENOS» me refiero a aquellos quienes te gustaría que te ayudaran a crecer, y en realidad así ha sido siempre, algunas personas tenemos una sensibilidad especial por ciertos temas y eso hace que la conexión surja enseguida. Son esos momentos en que sientes que todos a tu alrededor te entienden, que estás con tu tribu.
La situación contraria es la que se describe en el libro «Rodeado de idiotas»…cuando sientes que nadie a tu alrededor te entiende o qué tienes poco que ver con esas personas.
Todos somos diferentes y aunque necesitamos de los contrastes y de la diversidad para crecer y comprender el mundo también es cierto que necesitamos sentirnos entendidos para seguir dando pasos en la buena dirección.
En los últimos años cuando participo en dinámicas de grupo me he tomado como un reto acercarme a la persona con la que no haya intercambiado una palabra o aquella con la que he sentido que no tenía nada en común y el 100% de las veces me he llevado una grata sorpresa. Las creencias, nuevamente, nos limitan mucho, y hay que APRENDER a desterrar las que no nos ayudan.
Yo siempre elijo con quién me relaciono y con quién dedico mi tiempo, mucha gente nunca lo hace, quizá fueron introducidos en un grupo de amigos hace décadas ó en una familia y por inercia y miedos siguen en él aunque sepan que no les lleva a ningún lado.
Digan lo que digan al final somos seres sociales y el “puedo solo” muchas veces es una mentira autoimpuesta, necesitamos a los demás.
Ahora bien, hay que elegir muy bien con qué tipo de personas y con qué tipo de relaciones queremos nutrir (ó malnutrir) nuestra vida.
No elegir bien, o ni siquiera elegir (relaciones que vienen impuestas) es uno de los mayores dramas de vivir en sociedad.
El año pasado comprobé una vez más que trabajar con personas con las que no compartes misión ni valores acarrea muchos problemas y pérdida de energía.
Porque no todos estamos aquí ni para lo mismo ni de la misma manera.
Me quedo con la gente coherente que siente, piensa, dice y actúa en la misma dirección. Es gente que no abunda, pero si das con ellos son oro puro.
¡¡No los dejéis escapar insensatos!!
Si educáramos para que cuando alguien NO QUIERE una cosa fuese capaz de decirle al otro que NO LA QUIERE, eso ya evitaría gran parte de los problemas que tenemos de niños, de adultos y de ancianos.
Pero para poder hacerlo hay que tener:
1 RESPONSABILIDAD
2 Coherencia
3 Respeto por ti
4 Importarte un carajo lo que opinen los demás.